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Acoso escolar: una realidad que afecta a 1 de cada 3 alumnos

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Uno de cada tres estudiantes conoce algún caso de acoso escolar en su clase. Una lamentable realidad que se ha extendido por las nuevas tecnologías: ciberbullying. Violencia física o verbal que provoca consecuencias devastadoras, tanto para la víctima como para el acosador. La enfermera escolar es fundamental para la prevención, detección y seguimiento en todos los casos de bullying.

El 35,5% del alumnado en España asegura que en su clase existe acoso escolar. De ellos, casi un 40% afirman que afecta a más de un compañero o compañera. Hoy en día se considera un problema de salud pública persistente que sufre gran parte de la población infantil y adolescente, y que tiene un impacto biopsicosocial significativo en el entorno escolar, tanto para las personas víctimas de acoso como para los agresores y/o observadores.

Los insultos y motes son el tipo más frecuente de agresión, seguidos por los empujones, golpes y patadas. Son datos de la encuesta realizada por la Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña.

Acosador, víctima y espectadores sufren las consecuencias del bullying

Los síntomas psicosomáticos, trastornos emocionales (depresión, ansiedad, angustia, etc.), aislamiento social, suicidios…son algunas de las consecuencias que pueden sufrir las víctimas. Además, las secuelas no se quedan la etapa escolar, sino que les afectarán emocional, social, física y psicológicamente en la edad adulta.

Tipos de acoso escolar

El bullying o acoso escolar es toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre el alumnado de un centro escolar de forma reiterada y a lo largo de un tiempo. Es más común en adolescentes de entre 13 y 18 años. Suele comenzar con burlas, que pueden acabar en agresiones físicas. Hay cinco tipos de bullying:

  • Físico: bofetones, golpes, empujones, patadas…
  • Verbal: insultos, amenazas, burlas…
  • Psicológico: difamación, difusión de rumores, manipulación…
  • Social: exclusión y aislamiento de los compañeros
  • Ciberbullying o acoso a través de internet y redes sociales: envío de mensajes ofensivos y amenazas, suplantación de identidad, difusión de información personal y rumores…

El Ciberbullying representa ya uno de cada cuatro casos de acoso escolar, según el III Estudio sobre ciberbullying según los afectados. Mientras que el acoso físico o verbal afecta prácticamente por igual a niños y niñas, en el caso del ciberbullying el 70% de las víctimas son chicas.

El ciberbullying afecta más a las niñas que a los niños

La pandemia de la COVID-19 no ha hecho sino agravar la situación, multiplicándose los casos de ciberbullying a causa de los confinamientos.

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Este tipo de acoso se caracteriza por tener una audiencia más amplia, con un mayor anonimato y sensación de impunidad para el agresor. No se queda en el ámbito escolar, sino que traspasa todos los límites: puede producirse en cualquier momento y lugar.

Señales de alarma

La adolescencia se considera una de las etapas de la vida más vulnerables que pueden verse influenciadas por patologías como la depresión, los trastornos de adaptación y de la personalidad. Nuestro hijo o hija cambia, y no sabemos si estos cambios son los propios de la edad o si puede haber algo más.

¿Cómo sé si mi hijo o hija es víctima de acoso escolar? 

Estos son algunos de los efectos negativos que sufren las víctimas:

  • Baja autoestima
  • Se aísla y no se relaciona como antes
  • Trastornos emocionales
  • Depresión y ansiedad
  • Menor rendimiento escolar
  • Absentismo escolar, pone excusas para no ir al colegio.

¿Y si él o ella es quien acosa?

Algunas señales de alarma para detectar si un menor es acosador:

  • Personalidad dominante, pueden ser los más populares o líderes de la clase
  • Falta de empatía y arrepentimiento por su conducta
  • Baja tolerancia a la frustración y dificultad para controlar su ira
  • Baja autoestima y obsesión con la popularidad
  • Necesidad de llamar la atención
  • Dificultad para cumplir las normas y creencia de impunidad

Protocolo de actuación

La colaboración con el centro escolar desde el inicio es fundamental para determinar qué ocurre y buscar soluciones. En el manual «Cómo detectar y actuar ante el acoso escolar» podemos ver qué hacer y qué no hacer en el caso de la víctima, el acosador y los espectadores. La guía «Yo a eso no juego» editada por Save the Children, nos da los siguientes pasos a seguir como padres o madres:

  1. Recabar la información que tengamos, y en el caso de ciberbullying no eliminar los mensajes del móvil u ordenador.
  2. Acudir al centro educativo, donde la enfermera escolar será referente, para hablar del caso y conocer el protocolo de actuación del centro.
  3. Compartir con nuestro hijo o hija los pasos a seguir.

Si pensamos que nuestro hijo o hija puede ser víctima de acoso escolar debemos intentar ganarnos su confianza, hablar del día del día, verbalizar la preocupación y transmitir tranquilidad.

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Por parte de los centros educativos, se cuenta con protocolos específicos de actuación pautados por la Comunidad Autónoma. Estos son los puntos en común:

  1. Puesta en común de la información aportada por las distintas partes: enfermera escolar, profesorado, familias, menores…
  2. Desarrollo de acciones de protección hacia la víctima.
  3. Investigar en los hechos, tomando declaración a las partes implicadas y a los observadores.
  4. Recopilar la información del propio centro, en especial de la enfermera escolar y del tutor o tutora.
  5. Valorar con toda la información obtenida si se está finalmente ante un caso de acoso, si no lo es o si se necesitan más evidencias.
  6. Si se determina que existe un caso de acoso escolar, se debe notificar al Servicio de Inspección Educativa y, si corresponde, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a la Fiscalía de Menores.
  7. Elaborar el plan de actuación para todas las partes implicadas: víctima, acosador y observadores.
  8. Desarrollar el plan de seguimiento para dar respuesta al caso de acoso.

Líder en mediación

Profesionales de la educación, de la salud, autoridades y sociedad deben unirse tanto para solucionar los casos de bullying como para prevenir estas situaciones de riesgo, eliminando así el acoso de las aulas y mejorando vidas del alumnado.

El papel del profesorado es clave para detectar e intervenir en los casos. Desafortunadamente, lo habitual es que se produzcan de forma sutil y pase desapercibido. Lo mismo sucede en las familias: los menores tienden a ocultarlo para evitarles sufrimiento y por miedo a ser culpabilizados.

Las víctimas necesitan un profesional de confianza a quien puedan contarle lo que les sucede

Frente al acoso y frente a cualquier problema, la enfermera escolar es el profesional de confianza para los niños y niñas del centro. Al ser una figura independiente del profesorado, genera un vínculo de confianza y seguridad con el alumnado. Por ello, es la persona más adecuada para la prevención, detección precoz de los casos, crear un ambiente seguro, resolver conflictos y favorecer la expresión de sentimientos y discusión de problemas bajo el respeto.

Detección y prevención

Síntomas como dolores de cabeza o de estómago de forma crónica y sin causa de salud que lo justifique, ansiedad o autopercepción negativa, constituyen señales de alarma que pueden pasar desapercibidas entre el profesorado y las familias.

La enfermera escolar utiliza las herramientas necesarias para identificar a víctimas y acosadores. Se encuentra en una posición idónea, dentro de un equipo interdisciplinar, para educar tanto a los estudiantes como al profesorado, familias y la sociedad en general sobre la importancia del bullying, creando consciencia acerca de señales de alerta que nos podrían advertir de un caso de acoso escolar y llevando a cabo intervenciones que resulten en una disminución de la violencia escolar.

Intervenciones como, por ejemplo, el diálogo y los juegos de roles que tratan temas como la empatía, la reflexión o la amistad, han demostrado eficacia en la disminución del número de víctimas de acoso escolar. Además, la enfermera participa en la elaboración y aplicación de los distintos programas preventivos del centro, que varían en función de cada Comunidad Autónoma.

Una tarea de todos

Según el II Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos, los jóvenes españoles están cada vez más concienciados frente al acoso escolar: el 95% lo reconoce como una forma de maltrato. Identificarlo es el primer paso, el siguiente, actuar. Ahí juegan un papel crucial los llamados espectadores, aquellos alumnos y alumnas que no siendo ni víctimas ni acosadores presencian el bullying.

La mayoría de las veces los espectadores se comportan de forma pasiva, solo presencian, pero no actúan, ni a favor ni en contra de la víctima. En ocasiones pueden ayudar y reforzar la agresión. Y otras veces, se posicionan a favor de la víctima. Es este rol el que debemos inculcar a nuestros hijos e hijas desde pequeños, enseñándoles la importancia de la empatía.

«Unidos somos más fuertes» es la nueva campaña de Disney y la Fundación Mutua Madrileña para propiciar que los jóvenes se involucren, dejen su rol de espectadores y actúen en favor de las víctimas de acoso escolar:

El miedo, tanto de las víctimas como de los espectadores, a denunciar impide que en ocasiones que se pueda actuar a tiempo. Iniciativas como poner buzones anónimos en los centros escolares pueden ser claves para identificar los casos. En este punto, las nuevas tecnologías son también una ayuda para combatir el acoso escolar. Desde webs y recursos online hasta aplicaciones móviles, entre todos podemos acabar con el bullying.

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